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Inaki Irazabalbeitia

Antiguo eurodiputado, Aralar

Una lección de democracia en el Cáucaso

15/05/2015

El pasado 3 de mayo se celebraron en el Alto Karabaj las elecciones legislativas. En estas líneas doy testimonio y hago una reflexión sobre ellas

El Cáucaso no es, precisamente, una región del mundo donde los estándares democráticos sean de alta calidad; mas bien lo contrario. Las elecciones parlamentarias celebradas en el Alto Karabaj, Artsakh en armenio, el pasado 3 de mayo han sido, en cambio,  un ejercicio de práctica democrática de alta calidad, homologable con los estándares democráticos de cualquier país de la Unión Europea. He podido comprobarlo personalmente como observador electoral en una misión de observación organizada por el grupo de amistad con el Alto Karabaj del Parlamento Europeo. Como también lo han podido hacer las decenas de observadores de todo el mundo desplazados a Artsakh entre ellos mis compañeros de coalición el senador Urko Aiartza y el diputado Rafa Larreina.

En la práctica, el Alto Karabaj es un estado independiente, pero no está reconocido por la comunidad internacional. Tiene el tamaño de Navarra y cuenta con 150.000 habitantes. El territorio de Artsakh forma parte de la Armenia histórica y es considerado como una de las cunas de la civilización armenia. Constituido políticamente como región autónoma tras la creación de la URSS, el territorio karabaji fue asignado a la república de Azerbaiyán, como enclave de mayoría armenia en territorio azerí. La situación cambió con la llegada de Gorbachov a la presidencia de la URSS y las políticas de apertura del régimen que impulsó. Aprovechando el nuevo clima político las autoridades del Alto Karabaj convocaron un referéndum por la independencia del país tomando como base que la constitución de la Unión Soviética reconocía el derecho a la autodeterminación. El resultado fue una abrumadora victoria del sí, que conllevó una declaración de independencia unilateral. Azerbaiyán  no aceptó dicha declaración e invadió militarmente el territorio karabají. El gobierno azerí impulso al mismo tiempo campañas de odio étnico contra los armenios residentes en Azerbaiyán que produjeron, entre otros, el pogromo anti-armenio de Bakú en … En 1994, tras cuatro años de guerra en la que los karabají además de reconquistar su territorio, lograron unir por tierra Artsakh con Armenia liberándose de su condición de enclave. La guerra acabó en tregua y con un proceso de paz todavía inacabado. Azerbaiyán y el Alto Karabaj siguen técnicamente en guerra, con un frente de batalla atrincherado donde se producen esporádicamente incidentes armados.

La guerra tuvo sus consecuencias y, a causa de los desplazamientos de población ocurridos, el Alto Karabaj se convirtió en una república étnicamente Armenia perdiendo su población azerí que en 1989 constituía el 25 % de la misma.

No hay mas que observar lo sucedido en el mundo tras procesos de descolonización o autodeterminación logrados por medio de las armas para caer en cuenta que los regímenes políticos surgidos de ellos tiene normalmente un carecer autoritario o pseudo-democrático. Azerbaiyán es un buen ejemplo. A nadie en la comunidad internacional le hubiese extrañado un ápice que el régimen surgido en Artsakh tras guerra de liberación nacional hubiese tenido un carácter autoritario o pseudo-democrático.

No ha sido así. Las autoridades del Alto Karabaj tuvieron muy claro desde el principio que su país era un territorio democráticamente homologable o no lo era. El parlamento surgido tras la declaración de independencia siguió reuniéndose a pesar de la guerra y ejerciendo su labor como representante del pueblo karabaji. Tras el fin de la guerra las autoridades de Artsakh han ido profundizando en la calidad democrática de su estado, logrando unos excelentes estándares en democracia, transparencia y ausencia de corrupción. Es una democracia presidencialista con un parlamento de 33 miembros elegidos por un sistema mixto donde 23 parlamentarios se eligen por un sistema de listas de partido en una circunscripción única y 10 por sistema mayoritario en 10 circunscripciones.

Volviendo a las elecciones legislativas del pasado 3 de mayo, la misión parlamentaria europea remarca es su informe de conclusiones lo siguiente:

  1. En las entrevistas con representantes de los 7 partidos en liza se constata que la campaña electoral ha transcurrido con total normalidad, que no han tenido dificultades ni para inscribir las candidaturas ni para tener acceso a los medios de comunicación públicos.
  2. Durante la jornada electoral se constató que los colegios electorales funcionaron con normalidad siguendo procedimientos claros y transparentes y que no sucedió incidente alguno digno de mención.
  3. Las elecciones se han celebrado de acuerdo con los estándares internacionales siendo  la participación del 71 % mayor que en muchos estados de la Unión. Esto demuestra el compromiso de la sociedad karabaji con la democracia y confirma la legitimidad de las instituciones de Artsakh.

Quisiera hacer una reflexión final finales sobre el papel de la diplomacia de la Unión de cara a este proceso electoral. La diplomacia de la Unión se ha posicionado claramente en contra. En nota oficial entrecomilla el término ‘elecciones legislativas, y señala que la Unión no reconoce el marco constitucional y legal en el cual se celebran. Intenta cerrar de paso el reconocimiento a la aplicación del derecho de autodeterminación para el Alto Karabaj arguyendo que ‘estos procedimientos no pueden prejuzgar la determinación del futuro estatus del Alto Karabaj’.

Considero muy equivocada la posición de la Unión y creo que debería de hacer precisamente lo contrario de cara a impulsar el proceso de paz. No reconociendo procesos claramente democráticos, está transmitiendo a Azerbaiyán que la democracia es mercancía de segunda y que el pseudo-democrático régimen azerí es aceptable siempre y cuando nos abastezca de gas y petróleo. La Unión Europea debería desarrollar políticas mas audaces de cara impulsar la democracia y la integración europea y ello pasa la por una solución democrática, basada en el derecho a la autodeterminación, para el conflicto karabaji. La Unión ha de ser actor activo en dicho proceso. Una actitud firme de Europa posibilitaría la estabilidad en la región e impulsaría procesos de regeneración democrática en el Cáucaso.

No olvidemos que el Alto Karabaj es la frontera este de Europa.